LA FUERZA
DE CRECER
La
fe motiva a esperar un claro amanecer cuando aún es de noche. La fe afianza
nuestra esperanza. Esa fe que lleva al pescador a puerto seguro en la
inmensidad del océano. Una fe viva dinámica y firme. Gracias a la fe seguimos
avanzando a pesar del cansancio; no nos desesperamos y dominamos la
incertidumbre.
Tenemos
que creer en Dios con la confianza que tuvo Abraham a los 75 años:” Abraham partió
sin saber a dónde iba”(Heb.11.8). Tenemos que creer con la seguridad que lleno
de coraje a David para enfrentarse al gigante Goliat. Tenemos que creer con la convicción
que llevo a moisés a peregrinar con el pueblo Israel durante 40 años por el
desierto. Necesitamos creer con la fe de ese centurión que le dice a Jesús:
“Basta con que lo digas de palabra y mi criado quedara sano”.
Afianzamos
la fe con la oración constante, con muchos actos de confianza, con el poder del
amor. Tengamos en la fe una riqueza sin precio que nos libra de dudas, temores
y complejos.
La fe ilumina la existencia.
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