Misericordia
para el Juicio
Una
vez, un Padre vio como sus hijos peleaban y se le acercaron para acusarse el
uno al otro. El padre llevo a cada uno aparte y escucho su versión del
problema. El Padre noto que ambos eran culpables. El padre opto por preguntarle a cada uno cual sería el castigo
apropiado que se merecía el otro. Ambos sugirieron un inmediato castigo.
Ambos,
quedaron sorprendidos cuando el padre les dijo a cada uno que el castigo que habían sugerido
para el otro era su propio castigo. De repente, se lamentaron por lo «injusto»
que parecía ahora el castigo que les había tocado; a pesar de haberles parecido
correcto cuando debía aplicarse al otro.
Los
hijos habían mostrado la clase de «juicio sin misericordia» del que Dios
advierte (Santiago 2:13). Santiago nos recuerda que, en vez de mostrar
favoritismo hacia los ricos, o incluso hacia uno mismo, Dios desea que amemos a
los demás como nos amamos personalmente (v. 8). En lugar de usar a los demás
para beneficio propio o despreciar a aquellos que no nos resultan útiles, se
nos instruye a actuar como personas que saben cuánto han recibido y se les
perdonó, y que extendamos esa misericordia a los demás.
Dios
ha sido sumamente misericordioso con nosotros. Al tratar con otras personas,
recordemos cómo obró Él con nosotros y hagamos lo mismo.
Señor,
ayúdame a ser misericordioso como tú fuiste y eres conmigo.
La
misericordia de Dios nos impulsa a ser misericordiosos.
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