Uno de los mayores ejemplos de paciencia en la Biblia es José: vendido como esclavo por sus celosos hermanos, acusado falsamente por la esposa de su jefe y encarcelado injustamente en Egipto. «Y estuvo allí en la cárcel. Pero el Señor estaba con José» (Génesis 39:20-21). Años después, tras interpretar los sueños de Faraón, fue ascendido como segundo en autoridad en Egipto (cap. 41).
Su mayor muestra de paciencia tuvo lugar cuando sus hermanos fueron a comprar grano durante una hambruna, y les dijo: «Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios» (45:4-5, 8).
Ante todo retraso, confiar en el Señor nos da paciencia, perspectiva y paz.